miércoles, 21 de diciembre de 2011

MANIFIESTO POÉTICO
LA POESÍA COMO INSTRUMENTO DE LA VERDAD


IV
De la religión, la razón científica y el tiempo mesiánico.
De la revelación poética


33. Nuestra poesía es enemiga declarada de la Religión y sus instituciones, chapucería charlatana al servicio de la barbarie. Busca la aniquilación de todo rastro de superstición teológica, opio milenario de los pueblos.

34. El fundamento de nuestra poesía es la razón científica, es una poesía ilustrada en su acepción moderna, es decir, marxista.

35. Sin embargo, somos conscientes del desarrollo antiquísimo, milenario, de la elaboración místico religiosa de los primeros pensadores comunistas. Dichas escuelas originarias, raíces lejanas del pensamiento proletario moderno, se desarrollaron al calor del nacimiento de la ideología igualitaria de las sectas cristianas de la antigüedad, de las tradiciones herejes del medioevo, del ideario milenarista libertario tardomedieval y de la acción política de los cavadores en la Gran Revolución Inglesa.

36. La utopía mística de los primeros tiempos ha sido así, entonces, el ideario de todos aquellos ancestros anónimos de la Revolución Social, el manto ideológico de un Thomas Müntzer o un Cromwell, tal y como la Ilustración se constituyó en el sistema de pensamiento de los primeros revolucionarios del mundo contemporáneo, el ideario de Marat, Francisco de Miranda, Robespierre, Bolivar, Saint Just y del primer comunista moderno, Babeuf.

37. Nuestra poesía, luchando enconadamente en contra de la religión, exaltando los valores de la razón y la ciencia, tiene un aliento escatológico... Humilde tributo a nuestros ancestros. Nuestra poesía es una poesía apocalíptica, mesiánica.

38. Siguiendo algunas ideas de nuestros filósofos, concebimos la redención como el producto de la encarnación de la potencia creadora de la humanidad en una clase social determinada: el proletariado, cuya vocación de poder constituye el último mesías de la historia.

39. Las religiones oficiales se han empeñado en desvirtuar el verdadero carácter social del mesianismo, identificando permanentemente sus valores con los de las clases dominantes. Nosotros declaramos, desde la vereda opuesta: el mal es el progreso, la locura es la verdad, iniciándonos fervorosa y activamente en estos principios. Somos profetas del hijo del hombre, la bestia salvaje, cuya figura ha sido vulgarizado en la imagen del anti-cristo.

40. En términos político prácticos, este último puede identificarse con la acción del partido revolucionario:

¡El pastor de la dictadura de hierro!
¡El dragón devorador de corderos y sus mil tribunos con lenguas de serpientes!

41. Si el pensamiento religioso evolucionó desde una concepción animista del mundo natural a la representación antropocéntrica de la divinidad, y de esta última al establecimiento de principios valóricos universales expresados en el corpus de las grandes religiones monoteístas, nosotros realizamos un movimiento de regresión dialéctica hacia los orígenes remotos de la intuición mágico-científica de la especie humana.

42. En el ámbito artístico, concebimos a la revolución y su dinámica como la manifestación de fuerzas elementales trascendentales. Estas son reveladas en la poesía mediante un proceso de iniciación extática, alimentada ya sea a partir de una experiencia individual de carácter místico o bien, por el contrario, de un ejercicio meramente racional.

43. Una visión de estas fuerzas primordiales identificaría en el proletariado y la revolución los principios masculino y femenino del ordenamiento jerárquico de la historia, cumpliendo la lucha de clases una función análoga a la copula, anticipando con su brutalidad la pronta germinación de la nueva edad del hombre. De igual manera, el partido obrero, el estado y las clases dominantes, así como el resto de los agentes históricos de la modernidad, pueden ocupar un papel en la encarnación de dichas fuerzas elementales, adquiriendo con esto un perfil de rasgos míticos. Un ejemplo maestro de esta operación en literatura puede encontrarse en el poema fundacional de Occidente: la Ilíada.

44. A contrapelo del sentido común, contra él y sobre él, declaramos:

¡Seremos los creadores de los nuevos mitos del mundo!
¡Los fundadores de la próxima edad dorada!
¡Barreremos la faz de lo existente para construir aquella civilización que habrá de empequeñecer a todas las anteriores!

No hay comentarios:

Publicar un comentario