El Levantamiento
Bestias anónimas a las que el yugo enloquece
Servidores autómatas
que rompen sus cadenas
y que revelan con sus
labios famélicos las escrituras del cisma anunciado,
la feroz atronadura
del exterminio del mundo
Animales de tiro que han cargado con el peso del
privilegio
Sobre sus hombros ha
florecido la técnica,
la ciencia y las bellas
artes de la prehistoria larga,
heredando para sí
nada más que el peso de los océanos
Artífices de los santuarios del orbe
Adoradores antiguos
de dioses,
practicantes de ritos
enmohecidos, la superstición cegadora
En sus pechos anida
el mandato de una nueva religión sagrada,
el combate humano
¡Productores!
¡Creadores!
Sostened ahora en
vuestras manos callosas el altivo madero
La horca libertaria
de vuestra ferocidad temible,
la voluntad colectiva
del mandato anunciado,
como égida vengadora
de la última de las soberanías
¡Estirpe subterránea de la historia!
Animales de carga
modernos,
que toman conciencia
de su potencia avasallante,
preparando el asalto de
las furias del hombre emancipado
Raza maldita que cruza las fronteras,
el encierro de Sión
y que se derrama cual
jauría caníbal,
sobre los jardines
del mundo luminoso
¡Horda monstruosa que avanza sobre las catedrales del
coloso milenario!
Clavan en picas las
cabezas de todas las instituciones,
haciendo arder en
hogueras los valores del principio enajenante,
la aritmética del
lucro y su parafernalia sombría
¡Productores!
¡Creadores!
Despertad ya mismo de
tu sueño de siglos,
el sopor venenoso de las jaurías del dinero
Tomad un último aliento,
el fuego de Marte propicio
tu voluntad
universal,
la redención
manifiesta